Obras
de museo fuera de las paredes
A menudo cuando
visitamos un museo estamos acostumbrados a ver piezas muy antiguas, que datan
de cientos de años y nos transportan hacia los inicios de nuestras sociedades,
pero, ¿hay otro tipo de manifestaciones que merecen estar en un museo?.
El debate se abre a
partir de que existe un nuevo tipo de museo, el museo interactivo donde se
muestran contenidos multimedia de manifestaciones de las personas que también
hacen arte, cultura y por lo tanto son parte activa de la sociedad.
Si bien es cierto para
estas manifestaciones están las declaraciones de Patrimonio, pero estas son muy
largas y requieren de un largo proceso de presentación de documentación propios
de la declaración, existiendo la posibilidad de que en museos de las ciudades
se muestren estas manifestaciones para dar realce a las costumbre de los
pueblos.
Un
caso puntual:
Sidcay, parroquia rural
del cantón Cuenca se encuentra a treinta minutos de la ciudad rodeada de
montañas su gente es muy amable y acogedora, una parroquia que por su condición
"rural" se ha visto privada de los adelantos que de a poco se toman
las demás parroquias.
Fotos: Betty Llivisaca Mery Bonete |
En días anteriores en
el sector denominado Pueblo Viejo de la parroquia, se llevó a cabo el 20°
Pase del Niño que si bien es cierto es un nombre muy común pero la
historia que arrastra es muy singular.
El matrimonio Sanisaca
Ávila era el propietario del Niño Jesús que aproximadamente tiene unos 80 años
de antigüedad. El pase se lo realiza desde hace veinte años pero ante el fallecimiento de los propietarios
del Niño la familia Bonete Montesdeoca junto con la comunidad han tomado la
posta y se han puesto al frente de este evento que congrega a miles de personas
de todas las latitudes.
Los preparativos
comienzan aproximadamente con un año de anticipación, fecha para el Pase,
Sacerdotes, personajes principales que integran el Belén, bandas de pueblo, refrigerio para los
asistentes, caramelos para los niños, carros alegóricos son previstos minuciosamente con el cuidado que
requiere cada detalle.
Desde el año anterior
el Monseñor de Cuenca ha oficiado la misa, para esto la comunidad la noche
anterior realiza una minga, prepara la cancha, el escenario para la misa y hace
arcos adornados con bombas y flores a modo de bienvenida a Monseñor y a los
visitantes.
El día esperado llega,
la comunidad amanece silenciosa todos están desde temprano en las tareas
propias del campo para desocuparse "pronto", avanza la mañana y los
niños empiezan a correr de un lado a otro dentro de sus casas, los gritos de
sus madres se escuchan, es que tienen que estar listos porque tienen que
caminar un largo trecho hasta llegar al lugar en donde empieza el Pase.
Los dueños de carros
que prefieren arreglarlos en sus casas los empiezan a adornar con diversas
cosas, desde gallinas cocinadas, pasando por caramelos, serpentinas, bombillos,
telas, hasta peluches, mientras que otros se apresuran lavándolos para ir al
lugar donde empieza la Pasada para coger el mejor puesto y estar entre los
primeros.
El Pase empieza en el
sector Cristo Rey, la gente empieza a llegar de a poco, cansados, apurados,
mientras otros dueños de carros presurosos los arreglan, mientras tanto las
personas encargadas reparten la tradicional chicha, canelazos y caramelos a los
que van llegando.
Llega la banda de
pueblo toca un par de piezas musicales, los asistentes saben que falta poco
para que empiece, mientras tanto en la delantera de todos se colocan el Ángel
Estrella y montada en un burro la Srta.
que fue elegida para que represente a la
Virgen María con el Niño entre sus brazos y San José. Empieza la
caminata al ritmo de villancicos tradicionales entonados por la banda de
pueblo, se recorren aproximadamente tres kilómetros con el colorido propio de
los trajes y la alegría de los niños que van de la mano de sus padres, otros
devotos se unen a lo largo del camino.
No son solo niños ni carros los que van
adornados animales como el burro, ovejas, caballos llevan los más elegantes
adornos en honor al Niño Jesús.
Llegan a Pueblo Viejo,
después del largo recorrido, se colocan al rededor de la cancha a la espera que
llegue Monseñor acompañado del párroco para que comience la Misa, la
juventud de la comunidad se ha encargado
de las ofrendas, otros se colocan los trajes de monaguillos y otros de la
música.
Llega Monseñor y
empieza la Misa, el Niño Jesús está en el pesebre que se encuentra al
costado del escenario, la Misa
transcurre con normalidad en medio de la onda fe de los asistentes. La
celebración termina y Monseñor recibe el aplauso de los presentes.
El organizador, Germán Bonete, hace la
invitación a los presentes a no retirarse para que participen de la pampa mesa
que para este año se ha preparado cinco chanchos ornados para compartir con
alrededor de mil quinientas personas. Las señoras de la comunidad se organizan
en comisiones para servir mientras que los jóvenes se encargan en la parte de
afuera de repartir. Los niños ordenados en fila reciben sus fundas de caramelos
junto con un pan de pascua.
De a poco todos se
empiezan a retirar, unos agradecen y los niños con su interminable sonrisa y
con los caramelos ente la manos van de la mano de sus padres con la esperanza
de que el próximo año recibirán algo similar.
¿Manifestaciones como
estas merecen estar documentadas en un museo? La pregunta queda planteada con
el fin de que se reconozcan estas y otras manifestaciones que anónimamente
siguen luchando por no perderse.
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